Bioterrorismo es el término utilizado
para definir el empleo criminal de microorganismos patógenos, toxinas o sustancias dañinas contra la población con el
propósito de generar enfermedad, muerte, pánico y terror.
Este término también es utilizado para denominar la
introducción de material biológico con agentes fitopatógenos, enfermedades
cuadragenarias, insumos químicos o cualquier otro tipo de material en un país,
con la intención de atentar contra la vida y la salud de las personas.
Ejemplo: La Guerra del Golfo Pérsico en 1991 y otras
confrontaciones en el Medio Oriente suscitaron preocupación por la posibilidad
de que se desatara una guerra química o biológica. Aunque no ocurrió ningún
incidente, queda la preocupación de que dichas armas puedan verse envueltas en
un accidente o ser usadas por terroristas.
La guerra biológica o bacteriológica
es una forma singular de combate, en la cual se emplean armas de
diferentes tipos que contienen virus o bacterias capaces de infligir daño masivo sobre fuerzas
militares y/o civiles.
El uso de armas biológicas está terminantemente prohibido
por las Naciones Unidas; sin embargo, muchos
países (potencias militares) cuentan con este tipo de arsenal en forma no sólo
de bombas sino de otro tipo de agentes de esparcimiento menos convencionales.
Ejemplo: El empleo de medios de guerra biológica, tales como bacterias,
virus, hongos o rickettsia, contra una población
humana, animal o vegetativa, es extremadamente difícil de comprobar. La
República Popular de China, por ejemplo, levantó tal cargo contra Estados
Unidos durante la Guerra de Corea, pero no pudo sustanciarlo. Existen, sin
embargo, tres casos que han sido comprobados más allá de cualquier duda y en
los tres casos el uso de los agentes patógenos fue una actividad del Estado de
la Unión Norteamericana.
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