El
concepto de salud, ha sido a lo largo de la historia, el fruto del pensamiento
y de los criterios empíricos y científicos dominantes en cada momento, de las
culturas, del sistema social y del nivel de conocimientos y, en general,
asociado, por oposición, al concepto de enfermedad:
“La
salud es la ausencia de enfermedad”; “la enfermedad consiste en la alteración
de la salud”, cayendo en una indefinición que se ha mantenido hasta hace
relativamente poco tiempo. Los limites entre los términos salud - enfermedad no
siempre son obvios y de hecho las concepciones mas integrales tratan de superar
esta dicotomía.
En el
pensamiento medico a través de la historia han existido dos grandes corrientes
que nos recuerda el remoto culto diferencial de Higia (diosa de la salud),
contra el de Escolapio (dios de la enfermedad). Ese pensamiento primitivo mágico-religioso
centrado en la creencia de que la enfermedad era un castigo divino, se ha
mantenido durante mucho tiempo y todavía persiste en algunas comunidades de
África, Asia, Australia y América.
El
primer cambio conceptual tuvo lugar en las antiguas culturas de Egipto y Mesopotamia, en las que se pasó del sentido mágico-religioso a un
desarrollo de la higiene personal y pública. En la antigua civilización hebrea,
la Ley Mosaica contiene uno de los primeros códigos sanitarios de la humanidad,
prescribiendo ordenamientos estrictos en materia de sexualidad, higiene
personal, alimentación y prevención de enfermedades transmisibles, algunos de
los cuales siguen vigentes hoy día.
Hipócrates, padre de la Medicina, en el 450
a.C. ya advirtió que las enfermedades “divinas” no eran tales y solo se las
llamaba así porque no se entendían, resultaban extrañas. En el Corpus
Hippocraticum recogió que las causas o determinantes de enfermar podían ser:
•
internas (raza, temperatura, sexo y edad), lo que
hoy se denomina marcadores de riesgo y se incluyen en los determinantes
genético-biológicos, y
•
externas (mala alimentación, aire corrompido,
traumatismos, parásitos, animales, intemperancias térmicas, venenos, etc.), que
hoy se clasificarían como factores de riesgo y formarían parte de los
determinantes medioambientales y de los estilos
Galeno (130-200 d.C.) dividía
las causas productoras de enfermedad en:
•
externas o mediatas, (trastornos alimentarios,
sexuales o emocionales, exceso de trabajo, calor, frio, veneno etc.)
•
Internas o dispositivos (edad, sexo, constitución
etc.).-
•
y conjuntas o inmediatas, que serían el resultado
de la acción de la primera sobre la segunda.
El pueblo romano aplicó sus
conocimientos urbanísticos a la salud pública construyendo grandes acueductos
para el abastecimiento de aguas y también para el alejamiento de las
residuales, siendo la Cloaca Máxima una evidencia actual de tales actuaciones.
En la Edad Media, cuando aparecen las
escuelas monásticas, en la Escuela de Salermo se enseña la medicina
hipocrática. Se elaboró un volumen que contenía numerosos consejos sobre
higiene. Este sentido higienista de la salud se ha mantenido hasta hace unas
décadas.
El
esplendor de la época renacentista
tiene también su manifestación en el campo de la promoción de la salud
introduciéndose ideas innovadoras que propiciaron grandes avances en esta
materia.
Más
tarde, en 1763, Karl Linneo
propuso una clasificación más científica de las enfermedades en su Genera
morborum, (1763), donde recogía en total 11 tipos de ellas agrupadas, a su vez
en dos casuísticas: con fiebre y sin fiebre.
También
a finales del siglo XVIII, en su obra Política Sanitaria, Joan Peter Frank, describe toda
una serie de determinantes que producirían la conservación o la perdida de la
salud, y afirma que la “miseria del pueblo es la causa de la enfermedad”, con
lo que destaca el papel de la pobreza como causa principal de enfermar.
Durante
el siglo XIX, la
presencia del pensamiento médico en polémicas de tipo filosófico o político han
desaparecido un poco, debido entre otras cosas a que en el siglo XIX, se
institucionalizó una explicación unicausal de la enfermedad de origen externo;
que fue hegemónico e indiscutida por mucho tiempo, que explicó muchos
fenómenos, y que contribuyó a conseguir importantes logros en la lucha contra
la enfermedad, como lo evidencian los logros de Pasteur y Koch.
Stampar (1945) aportó el cambio
conceptual más importante con su definición de la salud, como el completo bienestar
físico, psíquico y social, y no sólo por la ausencia de enfermedad o achaque,
recogida en la Carta Fundacional de la OMS, en 1948
En los años ’50 se critican
algunos aspectos de esta definición considerando que equiparar bienestar a
salud, es utópico, pues rara vez o nunca se alcanzara el “completo” bienestar
físico, mental y social; tachando la definición de estática y subjetiva.
Milton Terry con el fin de corregir
parte de los defectos detectados sugiere: que “hay distintos grados de salud,
como los hay de la enfermedad” y afirma que la salud tendría dos polos: Uno
subjetivo, la “sensación de bienestar”, y otro objetivo y mensurable, “la
capacidad de funcionamiento”, detectable en distintos grados. Así define la
salud como: Un estado de bienestar físico, mental y social con capacidad de
funcionamiento, y no solo la ausencia de enfermedad. Esta definición supone un concepto de la salud más
operativo, pues suprime el término “completo” elimina la utopía de la
definición de Stampar, mantiene el bienestar, y añade la capacidad de
funcionamiento (capacidad de trabajar, estudiar, gozar de la vida, etc.),
introduciendo la posibilidad de medir el grado de salud. Este autor pasa de un
concepto estático de salud a uno dinámico estableciendo el carácter continuo en
el Proceso Salud - Enfermedad,
en el cual:
•
la enfermedad ocuparía el polo negativo y en cuyo
extremo estaría la muerte.
•
la salud el
polo positivo en cuyo extremo se situaría el óptimo posible
•
en el centro habría una zona neutra donde sería
imposible separar lo normal de lo patológico, pues ambos coexisten.
•
entre uno como en otro polo, habrán gradaciones de
salud o enfermedad.
La
mayor parte de los autores coinciden en señalar la importancia de la situación de
equilibrio entre el individuo y el medio, siendo Wyllie quien mejor adapta y resume las definiciones anteriores
enunciando que la salud es el
continuo y perfecto ajuste del hombre a su medio ambiente. La enfermedad, por el contrario, es el
continuo y perfecto desajuste del hombre a su medio ambiente
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